El miedo es una situación habitual y común en los niños. En la medida que crecen y exploran el mundo que los rodea, van descubriendo nuevos retos y afrontando nuevas experiencias. A lo largo de ese desarrollo van presentar numerosos miedos, en la mayoría de los casos serán pasajeros, leves y los superaran, tales como miedos a la oscuridad, a la separación, a los extraños etc. El miedo es una emoción, cuya función es activar, al percibir un riesgo, a ser cautelosos. Cada niño experimenta estas emociones de manera única y a su propio ritmo. Los niños tienen una visión muy diferente a la de los adultos. Encontramos miedos adaptativos frente a las situaciones nuevas, miedos evolutivos que aparecen en función de la edad y la maduración, pero no deben ser motivo de grandes preocupaciones, y miedos algo más complejos y menos frecuentes como las fobias. Distintas investigaciones indican que los miedos infantiles normales tienden a disminuir y cambiar a lo largo de la
Los padres instintivamente protegen, atienden, custodian y aman a sus hijos, pero en ocasiones en este interés surgen conductas de sobreprotección. La Sobreprotección tiene otros aspectos educativos más limitantes, donde la excesiva preocupación y ayuda solo traerá dependencia. Los padres sobreprotectores intentan eliminar todos los obstáculos que encuentran sus hijos para fomentar su bienestar y su éxito. Evitar el dolor, las emociones negativas, las malas experiencias, el fracaso y las decepciones. Pero han de ser conscientes que la sobreprotección impide el desarrollo de muchas habilidades básicas para la vida, habilidades que se aprenden en el día a día y con la experiencia. Los padres no podemos asumir sus responsabilidades, ni evitar continuamente que se equivoquen, tampoco debemos planificar todos sus pasos sin dejar espacio a su espontaneidad y errores en la misma, no debemos fomentar la dependencia extrema. La sobrep