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Frustración en la infancia

 

   




 La frustración es una emoción, una emoción que aparece ante la imposibilidad de conseguir aquello que deseamos en un momento determinado. Desde la infancia está presente en nuestra conducta y hemos de aprender a gestionarla desde pequeños.

    Con nuestros peques, en ocasiones es difícil decir no a sus peticiones bien por  no oír sus rabietas o llantos. Intentar complacer siempre a los niños y evitar que se sientan frustrados ante cualquier situación no favorece su desarrollo integral como persona.

    Hemos de tener en cuenta que a los niños les cuesta adaptarse a los cambios, piden continuamente, son impacientes e impulsivos, buscan gratificación inmediata. Todavía no son capaces de razonar adecuadamente, de manejar las emociones y resolver la frustración.  No saben esperar porque no tienen desarrollado el concepto del tiempo.

    Tolerar la frustración ayuda a los niños a poder afrontar de forma positiva los diferentes retos y dificultades que se nos presentan en la vida.  Por ello, como adultos hemos de ofrecerles herramientas y ser su guía para que vayan aprendiendo poco a poco a controlarla, tales como la calma, empatía  y afecto con firmeza y constancia. Mostrarles que las cosas no siempre  salen como deseamos, es un proceso de aprendizaje diario,  de aprender límites .

    Los niños (de 1 a 3 años) están desarrollando sus habilidades de regulación emocional. Suelen tener frecuentes rabietas

    Los niños (de 3 a 5 años) aunque ya tienen lenguaje para expresarse, aun les resulta difícil gestionar las emociones.

    Algunas ideas para ayudar a los niños:

* Es muy importante la comunicación, hemos de hablar con ellos (cuando no estén en proceso de rabieta), explicarles que es normal que se puedan sentir mal. Utilizaremos un lenguaje básico y sencillo según la edad, no grandes explicaciones, motivo, causa y consecuencias.

Nos pondremos a su nivel físico, teniendo contacto ocular,  escucharemos lo que nos dicen, dejándoles tiempo para expresarse, que comuniquen por qué están molestos.


* Enseñarles a ser constantes en sus actividades diarias. Las rutinas  o actividades al principio pueden salir mal, pero la constancia y repetición ante la adversidad es el mejor aprendizaje para superarlas. Le enseñaremos que puede superarlo intentándolo de nuevo las veces necesarias. Le recordaremos lo bueno que es en algunas tareas, sus buenas habilidades, lo importante de su esfuerzo para conseguir lo que quiere y no abandonar ante las dificultades.

* Hemos de ser un modelo a seguir, cuando este nervioso verbalice de forma relajada, lo ocurrido y lo que va a hacer (estoy nervioso, voy a sentarme tranquilo). Ellos han de ver como afrontamos las dificultades diarias, son su modelo y referente, aunque parece que no están atentos , nos observan continuamente.

* Ayudarles a entender sus emociones, le ayudaremos a poner nombre a las emociones que van apareciendo y le llevan a la frustración, a hablar de ellas  de cómo le hacen sentir. Ayudaremos con la conversación a  relajarnos y tomar una solución.

* Poner límites Saber decir «no» es necesario. Poner límites claros, y básicos. Son imprescindibles para controlar las frustraciones, en la medida que saben lo que han de hacer les será más fácil razonar y entender las consecuencias





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