A lo largo del día y en la relación con nuestros hijos, recurrimos continuamente al “NO”, no corras, no grites, no saltes, no toques eso etc. Lo hacemos con el fin de controlar su comportamiento, pero al hacerlo permanentemente, enviamos un mensaje negativo, y hacemos que pierda efectividad. Debemos tener un equilibrio entre la permisividad y los mensajes negativos. No hemos de olvidar que es importante poner límites a los hijos, pero de forma positiva, necesitan normas y límites para sentirse seguros y son los padres los responsables de conseguirlo. La manera en que les hablemos puede condicionar su comportamiento. En algunas ocasiones es necesario recurrir al “NO”, en situaciones para proteger a nuestros hijos de ciertos peligros de seguridad, salud, o limites muy importantes. Por la edad, en ocasiones aún les costará entender, pero siempre se dirá de forma respetuosa, con escucha activa, sin gritos. Habrá situaciones en que los niños aprendan, que es una palabra qu