En
determinado momentos de la crianza, el trabajo de los padres cambia, pasa de
ser tan protectores y convertirnos en orientadores, ayudándoles a encontrar sus
soluciones, animándoles, apoyándoles, y sin sobreprotegerlos desarrollaremos su
confianza y autoestima. Padres muy protectores trasmiten el mensaje de que las
situaciones son peligrosas y que necesitan para todo la ayuda de los padres. Ser
autónomo e independiente es un proceso de aprendizaje. Este aprendizaje es una
colaboración entre padres e hijos.
Hemos de
enseñarles a desarrollar valores que necesitan para iniciar actitudes de
resolución de situaciones cotidianas.
Situaciones sociales, emocionales, conductuales, académicas. No hagamos
por ellos, lo que ya pueden hacer solos.
Ayudarles a
ser independientes fomentar su autonomía y autoestima y desarrollar su
funcionamiento ejecutivo, es decir organizarse, aprender de los errores.
Para lograrlo
hemos de establecer unos límites y normas básicas de convivencia y determinar
claramente cuáles son sus responsabilidades, que les permitan saber lo que
puede pasar si las saltan.
·
Le hemos de demostrar confianza, al pedir consejo ante
sus decisiones. Los niños necesitan confiar en sus propias capacidades,
experimentando que son buenos en algo. Los padres han de ser guías, sin
interferir o solucionar sus problemas.
·
Dejémosles decidir y experimentar, en un entorno
seguro. Permitir que los niños exploren y se enfrenten a pequeños desafíos de forma independiente, se
equivoquen.
·
Ayudarles a responsabilizarse de sus tareas, teniendo
paciencia, afecto y tiempo.
·
Si aplicamos normas, deberes y responsabilidades lo
antes posible, crecerán sabiendo que son capaces de hacer más cosas de las que
creen.
·
Les debemos ayudar a superar la frustración, a ser
pacientes. Ayudarles a entender que todos comentemos errores y no pasa nada y
que hemos de aprender de ellos. Aprender a ser autónomos es enseñarles a tomar
decisiones, enfrentar retos y aprender de los errores.
·
Hemos animarlos en su perseveración, en seguir intentándolo.
Elogiando sus esfuerzos, haciéndoles saber que pueden conseguirlo. Confiemos en
sus fortalezas y en que son capaces de realizar ciertas tareas.
Hemos de
plantear tareas acordes a su edad
·
A los 2 años y
medio entran en la etapa de “yo solo”. En
esta etapa ya pueden comer solos, dejar el pañal, a decir Llevar la ropa sucia
a la lavadora. Descubren que pueden hacer cosas por si solos. Podemos ya
iniciar los primeros pasos de autonomía.
·
A los 3 años, por ejemplo, ya pueden aprender a
guardar sus juguetes e incluso, ayudarnos con pequeñas tareas domésticas como
poner y quitar la mesa, regar las plantas, cuidar a las mascotas, ordenar sus
juguetes etc.
·
De 3 a 5 años. Comunicarse utilizando las palabras
adecuadas, empezar a adquirir vocabulario emocional, comer sólo, empezar a
vestirse solo y a adquirir las pautas básicas de higiene.
· Desde los 6 años. Se
amplían las tareas y las responsabilidades cotidianas y escolares: hacer la cama, preparar la ropa, ducharse solo, preparar la mochila…
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