La música tiene un gran poder en el
desarrollo del cerebro. Basta que pensemos en nuestros mayores con pérdida de
memoria, la música activa zonas que parecían olvidadas. Su fuerza va más allá
que las palabras.
¿Desde qué momento de nuestra vida la
música nos ayuda? Es decisiva para el desarrollo del cerebro ya
desde el nacimiento y sus efectos positivos perduran a lo largo de la vida. Compartir
la música es un placer que forma conexiones entre padres e hijos, creando un gran
mundo de sensaciones y sentimientos. La música, los sonidos, el ritmo… podemos
encontrarlos en unas palmadas, en el balbuceo de un bebé, en nuestras
canciones, en nuestra melodía al hablarles, etc. La iniciación musical comienza en
casa. Desde los primeros momentos de la vida de un bebe, la música le ayuda a
calmarse, por ello de forma espontánea le entonamos nanas y las vinculamos con nuestros abrazos.
En las últimas
décadas ha habido un buen número de investigaciones sobre los efectos
positivos de la música en los niños durante los primeros 6 años de vida.
Un grupo de científicos de la
University of Münster, ubicada en
Alemania, elaboró pruebas en 500 escuelas infantiles, concluyendo que el hábito
de cantar es “un potente nutriente para los cerebros de los niños”. Los mecanismos
utilizados por su cerebro para aprender a hablar, se basan en el
análisis del lenguaje y de su ritmo. Comprenden las palabras por la continua
repetición de sus sonidos.
Con diversas tecnologías, entre ellas la resonancia magnética, se ha comprobado que el cerebro responde al estímulo de la música y que con solo escucharla son afectadas las áreas del habla, motoras, de
comprensión verbal y espacial, entre otras.
El bebe manifiesta, en sus
primeras comunicaciones, una jerga con vocalizaciones intuitivas y espontáneas que imitan los sonidos musicales, preparando así su posterior lenguaje. Algunos
estudiosos hablan de una predisposición neuronal para la percepción de la
música. Así pues, los seis primeros años del niño son fundamentales para el
desarrollo auditivo y del lenguaje.
Se recomienda que los niños tengan continuas oportunidades de jugar cantando o con música, reconociendo
estímulos sonoros y estructuras armónicas y rítmicas. La música se ha convertido
en un elemento indispensable en el desarrollo y la educación del niño.
Cómo ayuda la música en:
Desarrollo del lenguaje y la comunicación. La música
mejora las capacidades auditivas a través de las experiencias del sonido, y
esas experiencias se manifiestan al principio en repeticiones fonéticas,
imitación de gestos, movimientos corporales, ritmo, equilibrio y, sobre todo, se
acompañan de un factor fundamental en el aprendizaje: el componente emocional
que lleva consigo. Todo lo que se hace con alegría y emoción crea experiencias que causan
fuertes y claros recuerdos a largo plazo.
Desarrollo emocional. Cantar y bailar desarrolla y despierta sensaciones
emocionales de alegría, afectividad y relajación, reduciendo niveles de estrés. “El cerebro sólo aprende si hay
emoción”. La emoción despierta en los niños la curiosidad, el interés, la
memoria y la atención.
Desarrollo cognitivo. En los primeros años las
herramientas básicas de aprendizaje son la imitación, la atención compartida y
la empatía. La música puede ayudarnos a fomentarlas.
Enseñar con emoción, hacer curiosa y divertida la interacción con el niño, despierta
la atención y la escucha. Se aprende mejor y más rápido aquello que se ama. Unos padres dinámicos, divertidos e interesados pueden convertir cualquier situación o
concepto en algo siempre interesante y, por ello, recordado y aprendido. La
música también es motor para incentivar
la creatividad y la imaginación, favorece la atención y concentración.
Algunas sugerencias
- · Para
los más pequeños, realizar actividades de música, tacto, atención compartida y
movimiento, para posteriormente ir incluyendo poco a poco canciones con letras sencillas y
repetitivas que han de contener onomatopeyas. Reproduciremos la acción musical
tantas veces como ellos lo soliciten.
- · Cualquier momento a lo largo del día es oportuno, los niños siempre están receptivos a
la música, se debe impulsar su espontaneidad. La música puede ser un bonito juego,
donde se disfruta compartiendo, imitando, comunicándose y hablando.
- · Bailemos,
hagamos palmas, llevemos el ritmo; el movimiento es un gran medio de expresión
que a su vez canaliza la sensibilidad motriz, visual y auditiva que permitirá al niño conocer mejor su propio cuerpo.
- · Podemos
establecer rutinas con la música, les será muy fácil asociarla a determinadas
actividades. Si creamos un hábito durante la infancia, este le acompañara
siempre.
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