El día 2 de marzo del 2018, con 75 años, ha
fallecido Theo Peeters. Estudio en sus inicios filosofía y literatura, pero su
camino profesional le llevo por otros campos, en los que se convirtió en
un especialista, que ha aportado una
nueva visión y enfoque de las personas con autismo.
Nos dejó su decálogo, que ha llegado
a ser toda una filosofía y un nuevo enfoque humano y necesario para todos los
profesionales que trabajamos en el mundo del autismo y de sus familias.
1. Sentirse atraído por las diferencias: Pensamos que ser un
“aventurero mental” ayuda a sentirse atraído por lo desconocido. Hay personas
que temen las diferencias, otras se sienten atraídas y quieren saber más sobre
ellas.
2. Tener una imaginación viva. Es casi imposible comprender lo que
significa vivir en un mundo literal, tener dificultades en ir más allá de la
información recibida, amar sin una intuición social innata. Para poder
compartir la mente de una persona autista, que padece un problema de
imaginación, se debe tener, en compensación, enormes dosis de imaginación.
3. Capacidad para dar sin obtener la acostumbrada gratitud. Se
tiene que ser capaz de dar sin recibir mucho a cambio, y no sentirse
decepcionado por la falta de reciprocidad social. Con la experiencia, la
persona aprenderá a detectar formas alternativas de dar las gracias, y la
gratitud de muchos padres a menudo le compensará con creces.
4. Estar dispuesto a adaptar el propio estilo atural de comunicarse y
de relacionarse. El estilo que se requiere está mas ligado a las
necesidades de la persona con autismo que a nuestro grado espontáneo de comunicación
social. Esto no es fácil de lograr y requiere muchos esfuerzos de adaptación,
pero es importante reflexionar acerca de qué necesidades estamos atendiendo.
5. Tener el valor de “Trabajar sólo en el desierto”. Especialmente
cuando se empiezan a desarrollar servicios específicos en un área. Hay tan poca
gente que comprende el autismo, que un profesionaal motivado corre el riesgo de
ser criticado en vez de aplaudido por sus enormes esfuerzos. Los padres han
sufrido este tipo de críticas antes, por ejemplo, cuando escuchas cosas como
“todo o que necesita es disciplina”, ” si fuese mi hijo…”, etc.
6. No estar nunca satisfecho con el nivel de conocimientos propios.
Aprender sobre el autismo y sobre las estrategias educativas mas adecuadas es
un proceso continuo, ya que el conocimiento en ambos campos evoluciona
continuamente. La formación en autismo
nunca se acaba y el profesional que crea que ya la tiene, en verdad “la
pierde”.
7. Aceptar el hecho de que cada
pequeño avance trae consigo un nuevo problema. La gente tiene
tendencia a abandonar los crucigramas si no pueden resolverlos. Esto es
imposible en el autismo. Una vez que se empieza, se sabe que el
trabajo de “detective” nunca se acaba.
8. Disponer de capacidades pedagógicas y analíticas extraordinarias.
El profesional tiene que avanzar poco a poco y utilizar soportes visuales de
manera individualizada. Hay que realizar
evaluaciones con tanta frecuencia que uno debe adaptarse constantemente.
9. Estar preparado para trabajar en equipo. Debido a la necesidad
de una aproximación coherente y coordinada, todos os profesionales deben estar
informados de los esfuerzos de los demás, así como de los niveles de ayuda
proporcionados. Esto incluye a los
padres, especialmente cuando el niño es pequeño.
10. Humildad. Uno puede llegar a ser “experto” en autismo en
general, pero los padres son los expertos sobre su propio hijo y se debe tener
en cuenta su experiencia y conocimiento. En e autismo no se necesitan
profesionales que quieran permanecer en
su “pedestal”. Cuando se colabora con los padres es importante hablar de
los éxitos, pero también admitir los fracasos (“por favor, ayúdeme”). Los padres también tienen que
saber que el experto en autismo no es un Dios del Olimpo.
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