La inclusión social es una
función por la que hemos de apostar de forma intensa todos los colectivos
implicados en la educación. En la medida que se realice adecuadamente podremos influir en los desajustes de
escasa aceptación, rechazo, tolerancia, etc. generados todos ellos en gran
medida, por la ignorancia y el desconocimiento de la discapacidad.
Con demasiada frecuencia seguimos
viendo que la Inclusión educativa es percibida por algunos profesionales, como la tendencia de un grupo de
alumnos y familias que irrumpe en los centros ordinarios, rechazando los
colegios específicos. Si a este hecho se añade la errónea idea de pensar que por el hecho de
estar matriculados en un centro, se esta “incluido”, la inclusión como tal esta condenada al fracaso.
Cuando un centro escolar
admite la matrícula de un alumno con necesidades educativas especiales, es
preciso no solo tomar conciencia verbal de aceptación, se ha de dar un paso
más, un compromiso profesional y técnico. Sentar al equipo, diseñar y programar
detalladamente toda una serie de acciones encaminadas a facilitar la inclusión social. No se puede dejar
la inclusión en manos de la improvisación, acciones muy puntuales o programas
aislados, es preciso trabajarla en todos los ámbitos escolares donde el niño
convive, ya sea el aula, en el patio, en el comedor, creando espacios de socialización,
etc.
Por otro lado este concepto de
inclusión educativa, implica necesaria e inexcusablemente un cambio:
* de actitudes de
los profesionales que la han
de llevar a cabo. No se puede atender al niño centrándonos exclusivamente en
que tienes “X limitaciones “ para el aprendizaje académico, el niño con
necesidades educativas especiales, siente, se frustra, tolera, sonríe, se
ilumina, se emociona, tiene amigos y aprende, es preciso buscar su competencias
y capacidades así como organizar adecuadamente los contenidos autoestima,
habilidades sociales, sensibilización.
* de confianza en
las familias. El papel de los
padres es una condición indispensable. Se han de mejorar los canales de
comunicación entre el centro y las familias, tener
claros los cauces de participación, conocer los recursos y el apoyo tanto
orientativo como emocional de los responsables educativos del niño.
Podría ser muy oportuno y conveniente en este proceso conocer y
atender a las opiniones y necesidades más globales de los padres.
* de apertura del
centro al medio. Todos
los ámbitos socioeducativos
de la comunidad tienen información interesante que aportar. Establecer redes
con las instituciones y profesionales implicadas,
nos enriquece a todos.
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