Cuando nace un bebe, cuenta con el elemento de supervivencia primaria como es el “apego”, se desarrolla hacia la figura que le aporta seguridad, protección y cuidados, no solo físicos, sino también y fundamentalmente emocionales. El afecto es concluyente en el desarrollo del niño, tan importante como su alimentación o los cuidados sanitarios.
Un desarrollo armónico
necesita de vínculos afectivos, desarrollados a través del contacto, el afecto
sensible, de llenar las emociones del bebe. Los padres, tienen esa disponibilidad, son los responsables de
responder a las llamadas de atención del
bebé. Será por tanto en el contexto familiar donde el bebe va fortalecer su
desarrollo emocional y un apego
adecuado. Los tres primeros años de vida del niño son decisivos y si, los
cuidadores principales no dan las ayudas adecuadas, su desarrollo emocional
puede verse comprometido.
Si estas ideas básicas del
apego las trasladamos a las familias de niños especiales, si somos conscientes
de que los padres pasan por periodos difíciles emocionalmente, es muy importante que los profesionales que les
atendemos ayudemos a las familias a
cubrir sus necesidades, que les ayudemos a ser competentes, es decir
fortalezcamos sus capacidades para afrontar la tarea de ser padres,
desarrollemos confianza y capacidad para
manejar nuevas situaciones.
El nacimiento de un niño con
discapacidad, en ocasiones puede ser un factor de vulnerabilidad, que puede
influir de modo global sobre su identidad y su forma de estar y relacionarse
con los demás.
Será la calidad de las
interacciones entorno-niño, las que marquen los vínculos afectivos. La
presencia de la angustia e incertidumbre de los adultos y las limitaciones que el niño pueda manifestar
para responder a la interacción, son circunstancia a abordar, desde la creación
de un entorno positivo.
En ocasiones, en nuestras
relaciones profesionales con las familias, centramos la intervención sobre las
limitaciones de los niños, sus déficits, partimos de un modelo demasiado
rehabilitador, dejando olvidado el fomento de una relación afectiva
significativa entre ellos y el niño. Primero afectividad y después añadiremos
funcionalidad.
Hemos de facilitar a las
familias las competencias para detectar las capacidades y recursos iniciales
que utilizan sus hijos y que les permitan reclamar y mantener la proximidad de
los adultos cuidadores, tales como: El llanto, la mirada, la imitación de
algunos gestos, la sonrisa
biológica, la atención selectiva a la
voz humana, la sonrisa social, reconocer sus estados vitales y las
vocalizaciones.
Es fundamental que los
padres, puedan cuanto antes, establecer con sus hijos una relación que tenga
los rasgos del apego seguro y que se cuide desde los centros de atención, el
proceso de acompañamiento a la familia desarrollando las particularidades de
este modo óptimo de relación, por encima de los condicionantes de los déficits
que los afectan.
Las relaciones personales, de afectividad y emocionales, son responsables en gran medida de los procesos de organización, maduración y desarrollo del cerebro, generando comportamientos para satisfacer las necesidades.
Momentos que pueden ser
idóneos para establecer vínculos seguros:
· Durante el tiempo de la alimentación, el
bebe fija la mirada, muestra un marcado interés por el rostro de las personas,
“habla” con los ojos. El diálogo que establece con el otro es “ojo a ojo”, se
comunica con la mirada.
· El contacto piel con piel, las caricias,
abrazos lo reconfortan y consuelan, se acopla armoniosamente al cuerpo de la
mamá o de la persona que lo cuida.
· Establecer dialogo interactivo, atención
conjunta, gestos, miradas, movimientos,
sonrisas. Le hablo y le miro, espero su respuesta que según la edad será desde
el aje inicial, pasando por sonidos vocálicos, a repetir silabas. Los bebés tienen un gusto particular por la
entonación, los picos prosódicos, los tonos agudos y el timbre de la voz.
· Fomentar en juego motor-suelo, con los
primeros desplazamientos autónomos, arrastre, gateo y pasos.
El bebe necesita, al llegar
al mundo sostén emocional, relacionarse socialmente, necesita cuidadores que
respondan a desarrollar su potencial. Este desarrollo del cerebro dependerá en
gran parte de las experiencias que vive. Existen períodos específicos en la
primera infancia, llamados períodos críticos, en los que se requieren
determinados estímulos para el óptimo desarrollo de algunas áreas cerebrales.
Winnicott dice que el
desarrollo es producto de la herencia, de un proceso de maduración y de la
acumulación de experiencias de vida, pero que se podrá dar o se verá alterado a
menos que se cuente con un medio suficientemente favorable.
¿Qué hemos de buscar como
resultado de la educación y apego seguro entre 0 y 3 años?
. Desarrollo armónico entre los aspectos
físico, neurológico y sensorial del niño.
. Adecuada relación con sus cuidadores y personas de su entorno,
el estilo o la forma de “estar con”.
. Manifestaciones saludables del estado de ánimo, los sentimientos que
predominan (alegría, enojo, interés, diversión, celos, amor).
. Estados expresados en su conducta, a
través de juego o verbalizaciones, ausencia de miedos.
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