Estamos viviendo un momento social, en el que las familias como mucho cuentan con padre/madre y dos hijos y ya con demasiada frecuencia uno. Esta situación familiar conlleva mayor atención al hijo, pero no necesariamente de mayor calidad. La calidad no se mide en cantidad de tiempo y mucho menos confundiendo los términos amor con sobreprotección. La sobreprotección envuelve al niño en un halo que le impide madurar adecuadamente.
Para conseguir la madurez
en nuestros hijos, necesitamos fomentar la autonomía. Todos los padres
aspiramos a que nuestros hijos lleguen a ser personas independientes, y somos
los responsables de darles desde la más temprana edad, los medios para la
progresiva adquisición de hábitos. La autonomía se aprende a través de
sucesivos hábitos que con el tiempo
crearan actitudes hacia la ejecución de las tareas diarias que tenemos,
crean actitud de independencia. ¿Cómo iniciamos este proceso?
“Tan importante es no sobreproteger como no
sobreexigir”
¿Qué cosas le pido a mi
hijo, en qué momento y atendiendo a
que características y capacidades.?
Hemos de observarles. En
cada edad el niño empezará a tomar la iniciativa, querrá descubrir, tienen una necesidad innata
de explorar, tenemos que darles la ocasión
de investigar lo que le rodea, supervisando, pero dejando que tome él la
decisión, lo que le gusta, lo que le satisface. Dejándole hacer, aprende que lo
tiene que hacer él, asimila que no lo hacen los papas.
Conseguiremos iniciar la
autonomía, a través de los hábitos y estos tienen dos factores claves para ser
enseñados, la calidad emocional y afectiva con la que los ponemos en marcha y
la perseverancia. El hábito requiere repetición, tiempo, calidez y paciencia.
Juagar con ellos, no es
hacer las cosas por ellos, observemos y acompañemos. Hemos de facilitar la toma
de pequeñas decisiones. El juego es la herramienta para conocer y descubrir el
mundo.
“Confíe en las capacidades de su hijos”
1º año: El bebé comienza
a desplazarse a través del gatero y más tarde con la marcha, para alcanzar y
dar respuesta a un estímulo. Cuando el bebé inicie, tenemos que procurar que
tenga plena libertad para la exploración. Debemos quitar o proteger cualquier
potencial peligro de su camino (enchufes, escaleras, muebles con punta, objetos
peligrosos, etc) para que pueda sentirse cómodo, pero siempre con seguridad.
2º año,
En este periodo el niño es perseverante e infatigable. Tiene que examinar su
entorno y aguzar los sentidos, empezará a tener conciencia de su autonomía y
comenzará a mostrar algún rechazo a las
normas, básicamente sobre aquello que
quiere hacer solo. Ya puede quitarse prendas muy sencillas como zapatos o tirar
del velcro y ayudar a meter en cajas,
recoger juguetes, le ayudaremos al principio a realizar tares.
3º año: Ya tiene control
de esfínteres, puede comer solo, ponerse
y quitarse ropa, y es capaz de lavarse manos y cara, siempre con supervisión.
Logrará abrocharse botones grandes. Empiezan a desvestirse pero aún necesitan
ayuda para vestirse. Compre ropa fácil de quitar, evitando lazos, botones,
cierres o mecanismos complicados para ellos.
Podemos juagar con ellos
a vestir muñecos, que se vistan al mismo tiempo que nosotros para que vayan
aprendiendo el orden, primero los calcetines, la camiseta, y así. Es
trascendental que los agasajemos cuando se visten solos y tener paciencia,
no la tentación de hacérselo.
4º año: Puede colabora poniendo el pan, las
servilletas y cubiertos en la mesa. Participar en la recogida, poner su ropa
sucia en el cesto de lavado. Ha de comenzar a cepillarse los dientes, con las
pertinentes instrucciones.
En general pueden
realizar por si mismos actividades básicas relacionadas con la alimentación,
higiene, sueño y vestido. La hora del vestido ha der ser sin prisa.
5º año: Los niños en este
momento v comprendiendo y aceptando más el concepto de responsabilidad y
aceptación de las normas. Se le pueden hacer ciertos encargos, con hermanos
menores, participar en la compra, supervisar y avisarnos al momento de cruzar
la calle.
¿QUÉ Pueden hacer los
padres para impulsar la autonomía de su hijo?
· Cualquier momento cotidiano, puede ser motivo
de que le animemos a tomar la iniciativa, a ser protagonista de sus acciones,
dejarles que tengan ensayo y error. Observemos, no demos rápidamente la
solución, déjeles pensar, ensayar y reflexionar
· Decida claramente que hábito van a comenzar
juntos, explíquele lo que quiere. Y recuerde él ha de hacerlo usted observe,
cuando pida ayudar estimule, pero no finalice la tarea, ha de ser él.
· Felicítele cuando consigue pequeños logros.
· La complicidad que se establece al
acompañarlos en el juego o hábito ayuda
a reforzar su autonomía.
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