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Motivación y aprendizaje

 








La emoción es fundamental en el proceso de aprendizaje. Aquello que nos gusta y nos interesa siempre tiene mayor relevancia y por tanto más fácil de aprender. La emoción es un impulso para la acción, influye en nuestra actitud de aprendizaje, en nuestra memoria, en aquello que nos afecta y queremos aprender, ya que prestáremos más atención, tiempo y esfuerzo. Así cuando el ambiente ya sea en casa, en el colegio es positivo, nuestro cerebro recibe mejor la información y los estímulos externos.

Por tanto, la motivación en los distintos contextos en los que interactúa el niño es un factor muy importante que influye en su conducta, aquello que nos motiva tendemos a repetirlo. Y Motivaciones negativas pueden provocar resultados negativos de huida. Nunca somos solo la parte racional de nuestro cerebro.

Para empezar a aprender necesitamos un estímulo y la curiosidad es uno de los más potentes, el deseo de conocer cosas nuevas también nos abre otro factor de aprendizaje que es la atención el cual ayuda a retener mejor la información.

Hemos de esforzarnos por desarrollar entornos de calidad ya sea en el hogar o en el colegio. Entornos de aprendizaje agradable y motivador.

Hay que tener presente que el aprendizaje es algo más que una trasmisión de información y acumulación de datos y hechos, por lo que los profesores tienen en su mano herramientas para aprovechar la dimensión emocional, son facilitadores del proceso educativo. La curiosidad (motor que nos lleva a investigar, a explorar..), el asombro, el desafío, la alegría, el interés ayudan en la calidad y eficacia del aprendizaje, generando un ambiente optimo a través de estrategias pedagógicas curriculares idóneas. Con estas estrategias se mantiene el cerebro expectante y curioso.

Si el niño se siente motivado, su capacidad para absorber, retener, explorar, preguntar etc. Harán que el conocimiento aumente considerablemente. El profesor ha de captar la atención del alumno, enseñar a través de ejemplos que despierten la curiosidad e interés y con ello la motivación y la emoción. Un niño motivado se mueve hacia el esfuerzo y mejora la autoestima.

Por todo lo expuesto el profesor debe:

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        Conocer a sus alumnos, sus motivaciones e intereses.

·        Captar su atención.

·        Elegir actividades que puedan suponer un reto positivo, una novedad que les despierte la curiosidad. Algo que sea un descubrimiento, que sea práctico, contenido útiles.

·        Reconocer los logros, que vean que progresan, que logren recompensas emocionales centradas en el progreso y el esfuerzo.

·        Que el ambiente del aula invite al esfuerzo, al entretenimiento en la búsqueda de soluciones ante problemas o cuestiones planteadas. Un aula organizada y atractiva que fomente la actividad con recursos didácticos visuales atractivos y relevantes.

·        Impulsar e incentivar  el trabajo en equipo, actividades colaborativas y creativas. Actividades sociales. Diseñar tareas que se adapten al nivel de cada niño.

·        El uso de técnicas recreativas y juegos dinámicos para que los niños aprendan jugando y además se recreen, mejorando sus capacidades de comunicación en grupo y motivándolos a asistir a la escuela.

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