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Signos tempranos del Autismo





 


El diagnóstico del TEA por medio de marcadores biológico/médicos, actualmente no se puede obtener. Es preciso realizarlo mediante una valoración basada en conductas observadas por especialistas diversos (médicos, psicólogos, pedagogos). 

La valoración ha de tener en cuenta aspectos conductuales, familiares y sociales. Valoración genética, psiquiátrica, evaluación psicológica (cognitiva, adaptativa, de comunicación, conductual, pedagógica y familiar).

Un diagnóstico precoz es fundamental para comenzar a intervenir en atención temprana, a fin de estimular el desarrollo del niño y colaborar con las familias dándoles competencias para intervenir en el hogar.

Aunque cada niño es diferente, existen unos patrones comunes que nos ayudan a identificar características propias del TEA, indicadores de alerta. No todas las señales de alerta se dan en el mismo momento ni en todos los niños, pero si es conveniente si se detectan algunas de ellas, comenzar una adecuada exploración que confirme o descarte el diagnóstico.

El trastorno TEA acompañara al niño durante todo su desarrollo, pero una adecuada intervención precoz ayuda a mejorar su sintomatología. Se presentan dificultades en la comunicación, el lenguaje, dificultades para relacionarse con otras personas y en su interés y conductas inusuales. TEA se manifiesta de muy diversas maneras, desde casos muy leves a otros de mayor gravedad.

Rasgos y características por edades.

Primer año.

·         Escaso contacto ocular.

·         Ausencia de balbuceo.

·         No muestra anticipación cuando se le va a acoger en brazos

·         No muestra interés por juegos compartidos e interactivos.

·         No responde a su nombre cuando le llaman.

Entre 12 y 18 meses.

·         No mostrar o compartir algo que le guste.

·         No realiza gestos para comunicarse (como señalar o decir adiós con la mano).

·         No aparecen las primeras palabras.

·         No mira hacia donde otro le señala.

·         En ocasiones tiene respuestas de rechazo a estímulos auditivos.

·         Parece no oírnos cuando lo llamamos.

  De 18 a 24 meses:

  ·         Retraso en el desarrollo del lenguaje.

·         No imita gestos ni acciones.

·         Tiene conductas lúdicas repetitivas como alinear objetos.

·         Su juego simbólico no se ha desarrollado.

·         No tiene interés por otros niños.

 A los 24 meses;

·         No dice frases de dos palabras.

·         Su juego sigue siendo muy repetitivo. Le gusta hacer girar objetos, como ruedas de los coches.

·         Manifiesta problemas sensoriales. Muy sensible a texturas, sonidos, olores y sabores.

·         No imita acciones como cantar, bailar.

·         Retraso en el desarrollo de atención conjunta.

·         En ocasiones camina de puntillas.

 De 24 a 36 meses 

·         Persiste el juego repetitivo, abrir y cerrar, alinear. Sigue el mismo patrón de juego continuamente. 

·         Poca tolerancia al cambio. Los cambios de rutinas, situaciones inesperadas le pueden provocar ansiedad y alteraciones de la conducta.

·         Tiene dificultades para comprender las emociones de otros y para expresar las suyas.

·         Tiene intereses obsesivos, en ocasiones aletea, se balancea o gira sobre su cuerpo.

·         No responder a pregunta o dar respuestas no relacionadas.

 

La intervención temprana en contacto ocular, intención comunicativa, atención conjunta, desarrollo verbal y habilidades sociales, pueden mejorar el desarrollo evolutivo del niño.

 Es importante un diagnóstico temprano, estar atentos al crecimiento de los niños y si se aprecian variaciones o conductas atípicas, es preciso consultar con el pediatra.

 

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