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Niños que muerden

 



Morder es un hábito bastante común en los niños de corta edad. No son niños “malos” ni “agresivos”, no tienen un problema psicológico o de conducta, no están malcriados, no es “culpa” de ellos, ni de los padres, ni de la tele.

 Es una conducta normal en niños muy pequeños. Según el psicólogo Jean Piaget, esta etapa sensoriomotora se caracteriza por un movimiento de acción y reacción, el pensamiento se adelanta al lenguaje y expresarse a través del cuerpo es muy natural. Ellos tienen además un cerebro inmaduro, que les impide regular su emoción.  Entre los 20 meses y 3 años no sabe expresar y comunicar lo que sienten y lo pueden canalizar a través del mordisco. Su desarrollo emocional y cognitivo aún está muy poco avanzado y les faltan multitud de recursos y herramientas para gestionar sus emociones.

Antes de iniciar su paso por la escuela infantil, el niño comienza un contacto muy intenso con otros niños y se inician las verdaderas relaciones sociales con iguales, es el momento en que comienza a compartir atención, juguetes y espacio y es normal que aparezcan conductas menos adecuadas.  A esta edad los niños muerden o pegan pero no con la intención de causar daño, sino coma vía de expresión de sus emociones. Es decir, sin recursos verbales u otras habilidades para organizar sentimientos de deseo, afecto, frustración o ira, la ansiedad se transforma en mordida.

A veces también puede ocurrir que el niño se relacione con otros peques que muerden y pegan, por lo que simplemente acaba imitando dicho comportamiento.

Pasados estos primeros años de vida, morder a otros es mucho menos frecuente. Un niño de 3 o 4 años ya puede explicar mejor lo que siente. Los niños mayores y los adultos tienen en el lenguaje una poderosa herramienta para decir a los demás lo que necesitan o lo que les molesta, para marcar límites y transmitir órdenes. Poco a poco irán desarrollando su socialización, aunque no será hasta los tres años cuando comiencen a interaccionar de verdad con otros niños, a jugar juntos, resolver pequeños conflictos y empatizar con las necesidades del otro.

Que pueden hacer los padres?

    






Se debe mantener la calma y actuar siempre con respeto, amor y paciencia, entendiendo que es una fase temporal de su desarrollo.

 Inmediatamente dígale «NO», con un tono calmado pero firme y mostrando desaprobación. No hace falta chillar, humillar o insultar. Colocándose enfrente al niño, mirándole a los ojos dígale con firmeza, "¡No se muerde!" o "¡Si muerdes, lastimas!". Use frases sencillas para  que el niño la comprenda. No de largas explicaciones, aun es pequeño.

   Muestre preocupación por el niño que ha sido mordido, para que su hijo entienda que lo que ha hecho ha causado dolor a otra persona. Preocúpese por cómo se siente y anima a tu peque a pedirle perdón.

3º. Ofrezca alternativas como respuestas correctas ante el mordisco. Que el niño vaya aprendiendo a dar respuestas ante la tensión, palabras como "no", "basta" y "eso es mío" muéstrele a su hijo cómo acercarse a un compañero, extender la mano y luego decir "por favor" para pedir algo. Si el niño tiene opciones para saber responder, podrá acceder a ellas y dar una respuesta diferente a morder. Cuantas más herramientas haya aprendido, mejor podrá resolver el conflicto.

A medida que su hijo desarrolle las habilidades del lenguaje, puede ayudarlo a encontrar mejores maneras de expresar las emociones que lo frustran. Por ejemplo, pedirles a los niños que "usen las palabras" cuando se sientan frustrados o molestos puede ayudar a calmarlos a enfrentar las emociones fuertes y expresar sus sentimientos de manera saludable.

Ayúdelo a comprender lo que siente “sé que te sientes enfadado porque tu amigo te quitó tu juguete pero no puedes morder porque duele”.

En general, no es necesario tomar medidas de disciplina ya que la mayoría de los niños no se dan cuenta de que morder lastima. Nunca golpee ni muerda a un niño que ha mordido. En ningún caso muerda al niño para mostrarle como se siente uno cuando le muerden. Eso sólo provocará que adopte también un comportamiento agresivo.

    Cuando los niños adquieren pleno desarrollo del lenguaje este tipo de conductas suele desaparecer, pues poder expresar con palabras lo que sienten, piensan o quieren, les permite mejorar la convivencia y solucionar los conflictos de manera respetuosa.


Cuentos que nos pueden ayudar.




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