Tras las
navidades, nos encontramos en casa con
muchos regalos que han recibido nuestros hijos. Regalan los papas, los tíos,
los abuelos, los amigos, etc.. Los niños que se juntaran con tantos juguetes que, después de
abrirlos, se olvidan de que los tienen y las habitaciones se convierten en
auténticas jugueterías. Los reyes les
han dejado los juguetes que pidieron y
los que no pidieron, les haran ilusión mientras los abren.
El problema
es que ya no solo nos limitamos a la fecha de reyes, sino que durante todo el
año no hemos parado de dar premios a nuestros hijos y solo hemos pensado en el
momento, no en las consecuencias de tanto regalo. Cualquier ocasión consideramos que es buena para regalar:
Navidad, el cumpleaños, las buenas notas, la visita de los abuelos. En
ocasiones las familias creen que la manera de demostrarles amor es a través de
presentes.
Esta
actitud que toman muchos padres de comprar y hacer efectivas todas las
peticiones de los hijos ha generado un nuevo termino aplicado a algunos niños
el “Síndrome del niño hiperregalado”. Tanta respuesta a sus demandas genera un niño insatisfecho,
demandante con los adultos que le rodean.
Estos
aspectos unidos a la dinámica consumista de la sociedad, el estrés y el ritmo
de vida de los padres pueden llegar a convertir al hijo en su majestad el
niño». Una actitud que los acompañará cuando sean adultos, y se reflejará en
todas las facetas de su vida».
La
abundancia de regalos provoca la pérdida de ilusión y por tanto desarrolla
apatía. El exceso de estímulos con regalos en fechas especiales, les sobrepasa,
reciben más de lo que pueden procesar, así que son incapaces de centrarse en cada
uno y acabaran desechando la mayoría.
En muchas
ocasiones solo se contribuye a fomentar baja tolerancia a la frustración,
imaginación empobrecida, niños caprichosos, falta de valoración y por ello menosprecio
a lo que tienen, fomentamos conductas materialista y consumistas. Acaban tan
saturados de regalos que hay pérdida de ilusión pues solo valoran la cantidad,
y por otro lado si reciben siempre lo que quieren acabamos convirtiéndolos en
tiranos insatisfechos cuando no consiguen lo que desean en un momento en
concreto
Hemos de
pensar como adultos que los niños no tienen la madurez suficiente y piden todo
lo que les gusta y apetece, influenciados por una publicidad continua dirigida exclusivamente a
ellos. Regalamos « mucho más de lo necesario y más de lo que emocionalmente el
niño puede aceptar y gestionar.
En este
punto es donde los padres tienen su papel muy importante. No deben caer en
el error de pensar que pueden ser
valores trasnochados la espera, la frustración, el esfuerzo.. Parece que los
niños tienen que tenerlo todo incluso antes de desearlo, de trabajarse el
regalo y en ocasiones el control emocional de no poder tenerlo. Han de aprender
de pequeños en pequeñas cosas, En la vida adulta, nunca tenemos todo lo que
queremos, pero si hemos aprendido desde pequeños a tolerar la frustración que
esto nos provoca, podremos asumirlo
¿Cómo padres que podemos hacer?
* Ellos son niños piden sus deseos. No seamos los
adultos los que tenemos las incontinencias incapaces de poner límites. Pensemos
que hemos de enseñarles a esperar y el autocontrol, decisivas en la vida
adulta.
* Podemos reducir el número de regalos que les hacemos
durante todo el año No claudiquemos ante sus protestas. Cuando limitamos los
regalos o no les traemos inmediatamente lo que nos piden, les estamos ayudando
, adquiriendo fortaleza, control..
* Otras propuestas se centran la norma de de los
cuatro-cinco regalos como máximo.
* Si no consiguen que los juguetes que reciba se
reduzcan a una cantidad moderada, existe la propuesta a hacer
es guardarlos por un tiempo, aunque abra los paquetes, podrá tener más
ilusión cuando al cansarse de un juguete, tenga un nuevo con el que disfrutar. Es
una propuesta muy válida, cuando los
vuelva a encontrarlos disfrutará como si fuesen nuevos.
* Otra alternativa, que le ayudara a compartir y
aprender a desprenderse es por cada
juguete nuevo donar uno viejo y así evitamos acumular juguetes que ya no
usan.
* En ocasiones, si hay muchos regalos en cumples,
navidades, etc. Puede ser interesante, guardar algún regalo antes de que el niño lo vea y
guárdalo para otra ocasión especial.
Conclusiones
* “nunca un objeto material podrá
suplir el afecto, ni nuestros hijos necesitan más cosas para ser felices. El
mejor regalo que podemos darle a un hijo es nuestro tiempo.
*"Se regala mucho más de lo
necesario y más de lo que la emotividad de un niño puede aceptar. Es errónea la
creencia de que los niños más felices son los que lo tiene todo.
* La
saturación del niño hará que no aprecie los regalos y les preste escasa atención;
que pierda la ilusión.
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